Janssen quiere pisar más fuerte en América Latina

A la compañía estadunidense Janssen, el brazo farmacéutico de Johnson & Johnson, le acompaña la suerte últimamente. Sus recientes lanzamientos de medicamentos le han estado redituando, sus números en ventas van de lo mejor; de hecho está entre las que mejor les está yendo en la industria farmacéutica -con todo y el vencimiento de patentes- y sigue recibiendo aprobaciones de nuevos medicamentos. Para los próximos años prevé sacar nada menos que 10 productos nuevos.
Janssen es una compañía farmacéutica enfocada en la innovación, y como tal está logrando crecimientos como pocas. Es de las que, ante el boom de los genéricos y la salida más lenta de nuevas moléculas, decidió centrarse más en investigación y desarrollo de nuevos fármacos -un segmento de mayor riesgo, pero también de más ganancias- y se cerró a la alternativa de incursionar en los genéricos, como sí lo han hecho algunos de sus competidoras como Sanofi, Pfizer y Novartis.
La apuesta le ha resultado acertada y aquel impacto negativo por vencimiento de patentes que siguen sufriendo las llamadas bigpharma, ya no le hacen mella. Perdió la venta exclusiva de Aciphex (desórdenes gastrointestinales) y Concerta (Trastorno por Déficit de Atención, TDA), pero pronto logró suplentes.
A cambio obtuvo nuevas estrellas como Olysio (contra hepatitis C) convertido en un verdadero blockbuster (con ventas por más de 1,000 millones de dólares), Xarelto (anticoagulante), Zytiga (para cáncer metastásico y de próstata), Invokana (para diabetes II) e Imbruvica (para leucemia linfocítica), entre otras.
Antonio Ferreira es el vicepresidente de Janssen para América Latina y nos cuenta que México y Brasil son prioritarios para Janssen; son los mercados latinoamericanos más grandes y en ambos tienen plantas productivas. Colombia y Perú también se ven con muy buenos ojos. Sería fabuloso, dice, encontrar la manera de cómo invertir más en investigación en estos países.
Del trillón de dólares que vende esta industria en el mundo, Latinoamérica representa cerca de 8%, con una población aún joven y una necesidad de mayor cobertura en salud. Las ventas farmacéuticas en la zona se elevan a un ritmo promedio de 7% frente a menos de 2% de lo que crece el ramo en Europa. Es claro que hoy en día Latinoamérica interesa mucho a compañías como Janssen, y sería interesante que su reputación como “socio de elección” con más de 150 proyectos con instituciones académicas, empresas de biotecnología, asociaciones público-privadas e iniciativas de campus abierto, se extendiera hacia países que ofrecen buenas perspectivas de crecimiento hacia el futuro.

Adaptado de: El Economista

Biosimilares, la próxima guerra para la industria farmacéutica

Doce fármacos biológicos superventas pierden la patente en cinco años
El pistoletazo de salida para la próxima carrera en la industria farmacéutica está a punto de sonar. En el horizonte, en un plazo de cinco años, los 12 medicamentos biotecnológicos más vendidos en el mundo perderán la protección de patente, lo que supone que un mercado de 67.000 millones de dólares (unos 48.600 millones de euros), en estimaciones de expertos internacionales, quedará disponible para que los laboratorios se lancen a fabricar medicamentos biosimilares, los considerados genéricos de estos biotecnológicos.
Estos 12 fármacos suponen un mercado muy jugoso teniendo en cuenta las dificultades de la industria para encontrar medicamentos que facturen por encima de los 1.000 millones de dólares, los conocidos como blockbusters o superventas. Humira, el medicamento biotecnológico que más ingresa, dedicado al tratamiento de la artritis, factura anualmente 5.815 millones de dólares según los datos de la consultora IMS. Su patente caduca en 2018.
El segundo en la lista es Enbrel, con una facturación de 5.308 millones de dólares. Pierde la protección de patente en 2015.
El tercero, Remicade para el tratamiento de enfermedades con procesos inflamatorios, ingresa al año 5.191 millones de dólares y ya ha perdido la patente. De hecho, la farmacéutica estadounidense Hospira, en alianza con la surcoreana Celltrion, ya tiene preparado un biosimilar para este compuesto (cuyo principio activo se llama Infliximab) que está recibiendo el visto bueno para su salida al mercado en países como Japón o Turquía y que está en proceso de autorización para las autoridades europeas y estadounidenses.
Pese al interesante mercado que se despeja, entre los laboratorios hay serias dudas de cómo alcanzar todo este valor disponible. De hecho, esta situación no es nueva. Tal y como recoge el Libro Blanco de los Medicamentos Biosimilares en España, promovido por la Fundación Gaspar Casal y la farmacéutica de genéricos y biosimilares Sandoz, “en la Unión Europea (UE), las primeras patentes de productos biofarmacéuticos expiraron en 2001 y los primeros medicamentos biosimilares se aprobaron por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) en abril de 2006, pero la aparición de los fármacos biosimilares generó unas expectativas que finalmente no se han cumplido”.